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  • REVISTA GRAN HOTEL PREMIOS ROCA
  • Gastronomía

    La Vella Farga presenta su restaurante gastronómico

    Producto de proximidad, de temporada, cocina al estilo tradicional catalán, respeto al máximo de las propiedades saludables de cada ingrediente natural y un trato y servicio exquisitos en la sala. Con estas credenciales se presenta la gastronomía del hotel de lujo con encanto La Vella Farga, cuyos fogones dirige el chef Carles Esquerrer. Con el asesoramiento del cocinero David García, ha diseñado una variada y exquisita selección de platos basados en la cocina de montaña con un toque de autor evocando las antiguas casas de comidas.

    Las propuestas culinarias de estos dos cocineros reinterpretan algunos platos clásicos de la gastronomía catalana y reflejan fielmente el territorio del Solsonés, comarca leridana situada a más de 800 metros de altitud a los pies del Pre-Pirineo. “Nos basamos mucho en platos donde la proximidad del producto y la estacionalidad definen el menú de cada temporada y nos marcan el día a día de la cocina”, señala Carles Esquerrer.

    Granjas de la zona, fértiles campos de cultivo de los alrededores, pequeños huertos vecinos y diferentes cooperativas locales nutren a diario la despensa del hotel con carnes, pescados, frutas, verduras, hortalizas y lácteos, entre muchos otros productos de proximidad y altísima calidad.

    “Lo que buscamos es que el comensal viva una experiencia memorable, desde su llegada al hotel y recepción con una copa de cava hasta que se levanta de la mesa tras degustar una comida inolvidable”, añade David García, ganador de la segunda edición del programa culinario Top Chef.

    Con este propósito, el tándem de cocineros plantea diferentes opciones gastronómicas para el cliente del hotel o el visitante de fuera. De martes a viernes, ofrecen a 25 euros por persona, el menú semanal Tastets, compuesto por un aperitivo y cuatro platos en formato tapa, además de postre, vino y agua. En este menú se pueden degustar algunos clásicos de la carta, como el tagliatelle con salmón, ajos tiernos, espárragos y espuma de queso de eneldo o crema de alcachofas con su crujiente y brandada de bacalao, entre otros platos que van variando según la temporada y semana.

    Los viernes por la noche y los fines de semana la propuesta se completa con una carta de autor muy orientada a la zona, donde se reinterpretan con mucho respeto algunos platos clásicos de la cocina tradicional catalana. Dos de las propuestas más aclamadas son el canelón de calabacín relleno de pollo de corral con vinagreta de tomate y pistachos y el hatillo crujiente de rabo de toro, puré rustico de patata y setas.

    Para los más foodies o que desean degustar distintos platos de la carta, la opción más recomendada es el itinerario gastronómico que ofrece, a 75 euros por persona, un aperitivo y nueve platos que maridan diferentes verduras, carnes y pescados con los mejores vinos de la bodega, cuya selección se ha inspirado en el estilo de cada una de las habitaciones del hotel.

    En la carta Casual o de room service se pueden encontrar exquisitos bocadillos, platos ligeros, ensaladas y otros entrantes y postres para paladear al lado de la chimenea en invierno, en la piscina si es verano o en la habitación saboreando de manera relajada platos sencillos pero de gran calidad.

    El apartado de los desayunos también merece una distinción especial. Servidos en un gran bufé en el centro del comedor, todo tipo de frutas y zumos naturales, embutidos de la zona, mermeladas caseras y panes ecológicos, pasteles y bollería elaborados en el horno del hotel por la pastelera, Mireia Solé, dan la bienvenida al huésped por la mañana y le desean buenos días con un desayuno saludable, energético e inolvidable.

    El restaurante de La Vella Farga es un espacio muy singular que juega con una atrevida y harmónica combinación de tonalidades donde la luz natural toma protagonismo durante el día y por la noche se crea un ambiente cálido muy cuidado.

    La Vella Farga se encuentra en Lladurs, un pueblecito de la provincia de Lérida de poco más de 200 habitantes situado en la conocida como comarca de las mil masías. Emplazado en una gran explanada con vistas a los cuatro vientos, el hotel destaca como una de las mejores muestras de la masía tradicional catalana.