Según el Barómetro del turismo mundial de 2025 elaborado por la ONU, en 2024 se registró un aumento del 11 % de turismo internacional respecto al año anterior, consolidándose así como uno de los sectores clave en la economía global. Un crecimiento que, sin embargo, viene acompañado de un impacto sobre los ecosistemas que lo sostienen: pérdida de biodiversidad, contaminación por plásticos o calentamiento del mar que obliga a la migración de especies.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ya ha advertido que, sin una transformación del modelo actual, el turismo puede provocar para 2050 un aumento del 154 % en el consumo energético, del 131 % en las emisiones de gases de efecto invernadero, del 152 % en el uso de agua y del 251 % en la generación de residuos sólidos.
Ante este escenario, el informe Unlocking Innovation for Regenerative Tourism, impulsado por la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco (FPA2) junto Red Sea Global (RSG), the Future Investment Initiative (FII) Institute y la plataforma Wave, indica que el 43 % de los viajeros pagaría por experiencias sostenibles, pero solo el 20 % del sector hotelero ha adoptado estrategias regenerativas reales. Esto supone una oportunidad de mercado de 3 billones de dólares y, al mismo tiempo, una vía para que el turismo pase de ser parte del problema a convertirse en motor de la regeneración.
Olivier Wenden, vicepresidente y director ejecutivo de la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco, opina que «el turismo no puede seguir creciendo a costa de los ecosistemas que lo hacen posible. La Fundación sigue comprometida con la defensa de enfoques innovadores, especialmente en el Mediterráneo, las regiones polares y los países menos desarrollados, y el turismo regenerativo es una vía concreta para lograrlo».
La FPA2 subraya en su informe una alternativa transformadora y urgente: el turismo regenerativo. Un modelo que va más allá de reducir el impacto y busca restaurar los ecosistemas y generar valor duradero para las comunidades locales.
En un momento en el que más del 50 % del turismo mundial se concentra en zonas costeras y marinas, proteger y recuperar estos ecosistemas se ha convertido en una prioridad global. Ya existen soluciones concretas que lo hacen posible: desde viveros submarinos para regenerar praderas marinas y arrecifes de coral, hasta proyectos de ciencia ciudadana, o zonas marinas protegidas que combinan conservación activa y turismo responsable. La innovación tecnológica es también una aliada clave. La aplicación de herramientas inteligentes permite una mejor gestión del flujo turístico, detectar en tiempo real la calidad del agua y la biodiversidad, indicar las zonas menos masificadas y aliviar la presión sobre lugares sensibles, o incluso, generar experiencias educativas para el viajero.
«El turismo regenerativo plantea un cambio de paradigma: pasar de mitigar los impactos a generar valor positivo. El reto está en esa transformación. Ya existen soluciones aplicables, y desde la Fundación trabajamos para visibilizarlas, respaldarlas y facilitar que se conviertan en oportunidades reales aplicables tanto desde el sector público como del privado», afirma Carol Portabella, presidenta de la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco en España.
En este contexto, la FPA2 se posiciona como plataforma de visibilidad y movilización –con presencia en foros como Blue Economy & Finance Forum de Mónaco o la Conferencia de los Océanos de la ONU–, pero también como promotora de la conservación marina e iniciativas de turismo regenerativo.
Desde España, la FPA2 ha respaldado el proyecto Balearic Blue Deal de la Fundación Marilles, un plan de inversión para crear hábitats marinos y costeros ricos en biodiversidad, resistentes al clima balear y compatibles con el flujo turístico de la zona. El proyecto logró la adhesión de más de 200 organizaciones al acuerdo, el respaldo parlamentario al plan y la creación de viveros marinos para la restauración de bahías someras en Menorca. Portabella añade que «este proyecto ha demostrado que es posible alinear conservación marina, desarrollo turístico y consenso institucional. Desde la Fundación apostamos por este tipo de iniciativas que generan impacto real y marcan el camino hacia un turismo más resiliente y regenerador».
Otro de los ejes principales de la Fundación es la protección y restauración de los arrecifes de coral, actualmente amenazados en un 75 %, en gran parte, por el impacto del turismo no regulado. Para ello, en 2018 la Fundación impulsó, junto a otros socios, el Global Fund for Coral Reefs, un mecanismo financiero sostenible orientado a salvaguardar estos ecosistemas vitales y proteger el desarrollo de las comunidades que dependen de ellos. Otro ejemplo es la iniciativa Alianza con la Foca Monje, lanzada en 2019 de la mano de otras fundaciones internacionales, para proteger a una de las especies marinas más amenazadas del mundo. El proyecto refuerza acciones ya en marcha e intensifica los esfuerzos de conservación de la foca monje en el Mediterráneo, a nivel local, nacional y regional.
A pesar del enorme potencial económico, ambiental y social, el turismo regenerativo se ve limitado por barreras estructurales: según el informe, el 58 % de los inversores señalan la falta de confianza, datos y apoyo normativo como principales obstáculos para financiarlo. Por ello, la Fundación destaca que la transición hacia este nuevo modelo requiere la colaboración entre industria, inversores, gobiernos y organismos internacionales.
Aunque todavía queda camino por recorrer, el informe destaca medidas pioneras que ya se están aplicando en algunos países. Noruega ha anunciado que, a partir de 2032, solo permitirá la entrada de cruceros de cero emisiones en sus fiordos declarados Patrimonio de la Humanidad. Ciudades como Venecia o varias localidades griegas aplican tasas turísticas para regular la masificación y proteger el entorno. Y en Asia, Bhután aplica una política de turismo de «alto valor y bajo impacto» que exige a los visitantes el pago de una cuota diaria destinada a financiar proyectos de conservación y desarrollo sostenible.
De tal forma que la FPA2 presenta el turismo regenerativo como una alternativa urgente y alcanzable para transformar el sector en una herramienta de restauración ambiental, capaz de mejorar los destinos y generar un impacto positivo tanto en el entorno como en quienes lo visitan.
Desde su compromiso con la conservación marina, la Fundación seguirá impulsando iniciativas, alianzas y conocimiento que contribuyan a acelerar esta transición global hacia un turismo con propósito, resiliente y regenerador.
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