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    Descubre la Semana Santa mallorquina en el hotel Can Bordoy

    Aunque la Semana Santa mallorquina no respira la pasión de otras regiones, internamente se vive como una de las citas familiares más importantes del año. Y los protagonistas de esos encuentros son, principalmente, dos productos gastronómicos con nombre propio: les panades (empanadas) y els robios. Uno salado y otro dulce, su confección reúne a distintas generaciones en torno a una mesa, para que sa padrina (abuela) reparta la tarea: mientras unos cortan la carne de cordero en trozos diminutos (se puede sustituir por pescado o sepia, entre otros) y les agregan los guisantes y la famosa sobrasada mallorquina, otros preparan la pasta, en la que no pueden faltar dos de los ingredientes más típicos de la repostería mallorquina: el zumo de naranja y la manteca de cerdo. Los más avezados se ocupan cada año de hacer las cestitas para dar forma a las empanadas; mientras que los más pequeños de la casa se introducen en la tradición encargándose de hacer los crespells (galleta dulce con forma de estrella) y, los más duchos, los robiols, que según el gusto serán aderezados con mermelada de albaricoque, brossat (requesón), cabello de ángel, crema pastelera y, también, chocolate.

    Si bien se trata de una celebración privada e íntima, que se transmite de padres a hijos, el icónico establecimiento de cinco estrellas gran kujo y 24 suites Can Bordoy Grand House & Garden, ubicado en el centro del casco histórico de Palma de Mallorca, ha querido acercar estas tradiciones gastronómicas a sus clientes de la mano de uno de los pocos referentes reposteros de siempre que quedan en la ciudad con el que, justamente, comparte calle. Y no es una calle cualquiera. Se trata de la vía que conduce al antiguo Consulado del Mar y la importancia de ese horno artesanal hizo que la calle adoptase su nombre: Calle del Forn de la Gloria.

    Cuenta la leyenda que el horno ya existía en la época de la conquista del Rei Jaume I, y que éste se lo cedió a uno de sus soldados como botín de guerra, pero según sus actuales propietarios, los hermanos Xisca y Sebastián Camps Sastre, que mantienen el legado iniciado por sus padres Sebastián Camps y Frascisca Sastre, el horno original debió de ser construido frente al actual entorno a 1717, y lo hizo como horno común de cocción para el vecindario. En 1870 lo compró un indiano de Sóller, que hizo fortuna en las Américas, y mudó el local a la acera de enfrente, al número 7 de la calle, para en 1903 hacer una reforma en la que se incorporaron elementos modernistas típicos de la época. No fue hasta 1977 cuando la familia Camps, que conocía el negocio por haber trabajado en él ayudando a una prima, lo adquirió y lo ha mantenido hasta ahora.

    Aunque los tiempos han cambiado, y ya no se ven pedidos como los que antaño se hacían de 300 ensaimadas y muchos otros productos en un día, para cubrir las necesidades de los eventos públicos y privados que las grandes familias mallorquinas organizaban en sus casas, el horno se mantiene con clientes que valoran la calidad y el producto de cercanía, como Can Bordoy Grand House & Garden.

    Según el chef del restaurante Botànic de Can Bordoy, Andrés Benítez, “uno de los secretos del éxito de nuestro desayuno a la carta es que incluye productos elaborados con cariño, y a diario, en el Forn de la Gloria. Su espectacular horno de 4 metros alberga la confección de exquisiteces como las enseimadas, los cremadillos y riquísimas cocas, y también robiols y empanadas como las que podrán degustar nuestros clientes la próxima Semana Santa. Su filosofía gastronómica es muy similar a la nuestra: hacer productos de calidad y saludables, con una buena materia prima de Kilómetro 0, y de manera artesanal, preparando los alimentos con cariño y, en cierta manera, como se han hecho siempre”.