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  • REVISTA GRAN HOTEL PREMIOS ROCA
  • Gastronomía

    El restaurante María Luisa del Hotel Mercer Sevilla reinventa la cocina andaluza este otoño

    Partiendo del recetario tradicional y del producto local, el restaurante María Luisa, del hotel boutique cinco estrellas gran lujo Mercer Sevilla, presenta su carta de otoño, protagonizada por productos de temporada obtenidos de proveedores del entorno que son trabajados con el máximo respeto y aprovechando la sabiduría de la cocina andaluza. Esta fiesta para el paladar continúa en el Fizz Cocktail Bar, que recupera la coctelería clásica agitándola con un lenguaje contemporáneo.

    “Queremos que la cultura gastronómica de Sevilla evolucione hacia una línea arriesgada e innovadora, sin perder la herencia de nuestros sabores. De ahí que el punto de partida de esta nueva carta sea la materia prima, el producto local y el recetario andaluz”, explican desde el equipo de cocina del restaurante María Luisa. ¿Su secreto? “Realizar elaboraciones propias de la estacionalidad y aprovechar al máximo el potencial de cada producto”.

    Entre las novedades de esta carta, los productos del mar cobran un papel fundamental. “Nos gusta poner en valor los productos que tenemos en Andalucía y eso indudablemente debe pasar por la materia prima que nos da nuestra costa”. Así, encontramos platos tan sugerentes como el carabinero unilateral al ajillo
    con aire de limón, elaborado mediante una técnica tradicional andaluza, o su ya famoso carpaccio de cigalas, acompañado de unas tostas caseras de alga nori para potenciar aún más el sabor marino del plato. Otros imprescindibles son el lenguado con almejas y aromáticos, el rodaballo con verduritas y emulsión
    pil-pil o la lubina en adobo con espuma de perejil.

    Para los amantes de la carne, la propuesta crece con platos tan sugerentes como la codorniz glaseada en su jugo, el carré de cordero con calabaza y piquillos o el lomo alto con maduración de 40 días acompañado de bearnesa de estragón.

    Los postres del restaurante María Luisa son otro pilar fundamental. El helado de limón con gel de lima y sorbete de limón, el chocolate con naranja de Sevilla y azafrán o el soufflé de avellanas y helado de romero son parte de la nueva propuesta dulce, donde no faltan guiños al recetario de la abuela y en los que no
    desaparece un clásico como la torrija casera con burbujas de miel y sorbete de mango. “Se trata de una torrija caramelizada de pan brioche en leche infusionada con vainilla, con reducción de nata y vainilla, sorbete casero de mango y burbujas de miel ecológica”, explican.

    La experiencia gastronómica se divide en “tres actos”. El comensal es recibido en el Fizz Cocktail Bar, donde se le sirve una copa de aperitivo y varios entrantes –a destacar los cogollos de alcachofas confitadas con velouté de jamón o la ensaladilla de la casa–, mientras se les desvela el resto de la carta. Seguidamente, se pasa la sala del restaurante donde se degustan los platos principales elegidos. La cena termina en un escenario mágico, el patio principal –típicamente palaciego– donde degustar petit fours con café o un cóctel.

    El efecto cóctel de palomitas
    El Fizz Cocktail Bar invita a la degustación de cócteles en un escenario que evoca el glamour de la época dorada de Hollywood. Su diseño, inspirado en las clásicas coctelerías del East Village neoyorquino, es una declaración de intenciones. El objetivo esta temporada es “utilizar sabores que los clientes fuesen capaces de reconocer pero que no se esperasen encontrar en un cóctel, como el apio, las palomitas de maíz o el mascarpone”, explica José Hidalgo, maestro coctelero al mando de la coctelería.

    Además de los clásicos como el Cosmopolitan, el Dry Martini, el Gin Fizz o el Negroni, encontramos opciones alcohol free y una larga lista de cócteles exclusivos creados por el bartender, que incluyen tragos frescos, dulces, aromáticos e intensos. “Todos ellos tienen un toque de sorpresa, pero si tuviese que decidirme por uno propondría el Perfetto Errore, elaborado con Italicus, Palo Cortado y Bitter de Pomelo. Se trata de un aperitivo con sabores de la tierra”, asegura. En esta estela de cócteles que van al encuentro de la tradición gastrolíquida local se sitúa el Velo de flor –con Fino Tío Pepe, Italicus, Chartreuse, shrub de pepino, ruibarbo, mascarpone y soda–. “Siempre he sido un defensor de los vinos generosos y, sobre todo, de su introducción en la coctelería”. Para los paladares ávidos de nuevas experiencias el Fizz Cocktail Bar propone tragos como el Catrina, con mezcal Alipús, fruta de la pasión, sirope de agave, chocolate y tónica; o el Koi No Yokan, un exótico cóctel a base de Bacardi Carta Blanca infusionado en té macha, yuzu, licor de Umeshu, palomitas y wasabi.