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    Pasar la Hispanidad en uno de los pueblos más bonitos de España

    La Asociación Los Pueblos más Bonitos de España lanza una propuesta de escapadas por los 105 municipios de su red que ofrecen alternativas variadas en bellos entornos rurales.

    Frías. Foto: Alejandro Bergado. Cedida por la Asociación Los Pueblos más Bonitos de España

    Con motivo de la festividad del día 12 de octubre, que al caer en miércoles pone en bandeja dos puentes de cinco días, la Asociación Los Pueblos más Bonitos de España propone una serie de escapadas a pequeños municipios de gran tradición y riqueza patrimonial repartidos por todo del país.

    Se trata, según esta red, de alternativas de ocio menos sujetas a la planificación y que abren la puerta a la exploración de destinos auténticos donde el viajero puede sumergirse en los más bellos entornos rurales del país. La asociación cuenta ya con 105 municipios en su red, y en su web y app recoge la historia, tradiciones y opciones turísticas de cada uno de ellos.

    Un paseo por el norte de España: el encanto de Lastres, Liérganes o Fría

    La villa marinera de Lastres, en la costa oriental asturiana, ofrece al visitante un atractivo binomio entre bellos paisajes azulados y la tranquilidad del Cantábrico, idónea para desconectar durante algunos días. Su atractivo la ha convertido en uno de los lugares más fotografiados de Asturias y cuenta con todas las facilidades para una escapada en familia. Algunas de las actividades que pueden hacerse en este pueblo pesquero son presenciar la subasta de productos marinos en la lonja o viajar miles de años al pasado a través de su Museo del Jurásico.

    A unos 150 kilómetros por la costa en dirección al este se encuentra otro de los pueblos más impresionantes de la geografía española: Liérganes, en Cantabria, una localidad transmerana reconocida por su esplendor arquitectónico de casonas, casucas, torres y palacios, en la que no falta su majestuoso Puente Romano. Para quienes busquen relajación durante este otoño, Liérganes se halla muy próximo al balneario de Fuensanta y sus jardines, cuyas aguas tienen cualidades curativas reconocidas desde el siglo XVII. 

    En Burgos, también al norte del país, se encuentra Frías, población con menos de 300 habitantes. Esta ciudad de aguas heladas –lo que da origen a su nombre–, enclavada sobre terreno montañoso, parece estar colgada sobre las mismas aguas del río Ebro. Visitar Frías es sinónimo de emprender un viaje inolvidable a la Edad Media, en el que cada rincón nos garantiza un descubrimiento. Pasear por Frías entre sus murallas, casas colgadas, puentes románicos, lavaderos medievales y castillos, disfrutando a su vez de la hospitalidad de los lugareños, es una experiencia de esas que se recuerdan siempre, por lo que los turistas suelen definirla como “un lugar en el que las horas se van sin darnos cuenta”.

    Dos tesoros de la zona centro: Valverde de los Arroyos y Villanueva de los Infantes

    Sobre un valle verde y enmarcado por pasajes de frondosa naturaleza se ubica el municipio guadalajareño de Valverde de los Arroyos, un pueblo de molino, fragua y hornos cuya tradición económica ha estado basada principalmente en la agricultura y ganadería familiares. Ello lo hace un lugar idóneo para los amantes de los enclaves más auténticos y de los toques rurales en las costumbres, en el carácter de los locales y en la gastronomía más artesana.

    El conjunto urbanístico de Valverde de los Arroyos es posiblemente el mayor exponente de los pueblos de la llamada Arquitectura Negra, el tesoro mejor guardado de Guadalajara, que debe su color a la pizarra y cuarcita con las que se construyeron sus edificios. Un paseo por Valverde garantiza una inmersión a esta particular arquitectura, parte de la cultura urbanística de España.

    Para unos días de relajación donde no falten la historia, la literatura y la gastronomía, no es preciso perderse la localidad ciudadrealeña de Villanueva de los Infantes. Este municipio cuenta con una clara herencia de Francisco de Quevedo, autor que fue enterrado en la iglesia de San Andrés del siglo XVI del pueblo, y de Miguel de Cervantes, hasta tal punto que un libro de carácter científico de reciente publicación ha afirmado que “el lugar de la Mancha” del que el caballero hidalgo más famoso de la literatura “no quiso acordarse” era nada menos que Villanueva de los Infantes. Su herencia y su patrimonio lo hacen uno de los destinos más mágicos para visitar de la región, donde además su gastronomía a base de carnes y productos vegetales ofrece platos tan contundentes como los galianos –un tradicional gazpacho- , las judías con perdiz, las codornices en escabeche o la liebre con arroz, sin olvidar un producto estrella en la zona: el pimiento, que da lugar a la multitudinaria Fiesta del Pimiento a primeros de septiembre.

    Las joyas de la Alpujarra en el sur de España: Capileira y Pampaneira

    En la bella Granada se encuentran Capileira y Pampaneira, lugares de ensueño enclavados en el Parque Nacional de Sierra Nevada. Capileira, en lo más alto del barranco, está ubicada en el techo de la Península Ibérica, por llegar hasta las cimas de los picos Mulhacén y Veleta. Es un lugar de riscos y de fuerte herencia musulmana que ha merecido numerosos reconocimientos por preservar la tipología una arquitectura basada en un entramado urbano formado por casas encaladas y encajadas sobre la ladera de la montaña.

    El viajero que tenga la ocasión de visitar estas dos joyas de la Alpujarra, ambas parte de la Asociación de los Pueblos más Bonitos de España, se irá siempre con ganas de regresar. Los dos destinos ofrecen paisajes idóneos para hacer senderismo, una de las actividades más convenientes para esta época del año, lo que nos garantiza unos días festivos de ejercicio, actividad y belleza. Las rutas que encontraremos aquí son aptas todos los niveles, desde los paseos sencillos que nos sumergen en la naturaleza sureña, hasta rutas para iniciar la subida al Mulhacén.

    Peñíscola o Morella, para un puente diferente en la zona este de la Península

    La importancia de Peñíscola en la historia política y cultural de España es innegable, especialmente cuando nos hallamos ante el castillo del Papa Luna, antigua sede de Benedicto XVIII, que marcó los finales de la Edad Media en nuestro país. Peñíscola es una ciudad castellonense de largas playas, escarpados litorales donde se respira la tranquilidad, yacantilados cubiertos de flora, que es siempre bella, tanto en invierno como en verano. Es una localidad además marcada por la música, lo que es avalado por su Festival Internacional de Jazz, el de Música Antigua y Barroca, o el Ciclo de Música Clásica Ciudad de Peñíscola. Los peñiscolanos afirman que octubre es la mejor época para visitarlo, porque sus suaves temperaturas convertirán sus caminatas por el casco urbano, por el paseo marítimo o por el humedal del Marjal, en un sueño para cualquier viajero. Por si fuera poco, Peñíscola en octubre es perfecto para la recogida de setas, abundantes en la zona, sobre todo los famosos rovellons, el rey de la micología valenciana que hará las delicias en cualquier mesa.

    Para finalizar, entre las muchas opciones que ofrecen estos pueblos, la Asociación aconseja una visita a la localidad de Morella, uno de los municipios con más personalidad de Castellón, para los que prefieran disfrutar de un puente con ambiente medieval rodeado de murallas centenarias coronadas por un enorme castillo. Un lugar que sin duda no deja indiferente a nadie con sus dieciséis torres, seis portales y casi dos kilómetros de murallas. Su rico entorno entre naturaleza salvaje, nos garantizará una evasión de las responsabilidades diarias, al menos por unos días.

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