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    Descubre los destinos preferidos para los viajeros más ‘foodies’ este verano 2025

    ¿Qué pasa cuando elegimos destino por el menú? Cada vez más viajeros eligen su viaje no por el clima ni por la playa, sino por la carta del restaurante más cercano. La gastronomía se ha convertido en brújula, en excusa y en experiencia en sí misma. En 2025, comer ya no es solo parte del viaje: es el viaje.

    Como cada junio, Talentchef, consultora especializada en Food & Beverage para las cadenas hoteleras más importantes a nivel internacional, vuelve a para responder a una pregunta que, de un tiempo a esta parte, eclipsa la eterna dicotomía de playa o montaña: ¿a qué lugar volamos cuando quien lleva la brújula es el apetito?

    El viajero actual ya no busca únicamente sol y tumbona, sino mesas con historia, despensas de kilómetro cero y cocinas capaces de contar un territorio en un solo bocado. No es un fenómeno menor: el 28 % de los españoles admite que elige destino por un restaurante concreto, y la cifra sube al 41 % en la franja de 25 a 40 años.

    Talentchef ha seleccionado nueve enclaves costeros donde la gastronomía se ha convertido en argumento de viaje y, a veces, también en disculpa para no regresar a casa. El hilo conductor es un mismo mantra: autenticidad, sostenibilidad real y la comodidad de acceder a experiencias culinarias completas sin renunciar al hedonismo estival. Según datos del Airbnb 2025 Summer Travel Trends, el interés por el turismo gastronómico sigue creciendo significativamente y las búsquedas de alojamientos cerca de experiencias culinarias únicas se han disparado este verano.

    Puglia, Italia: entre olivos centenarios y mesas a la orilla del Adriático

    Las reservas en antiguas masserìe crecen sin pausa, y no es sólo por sus playas. Quien llega lo hace atraído por sus talleres de orecchiette, que convierten la pasta casera en experiencia colectiva, y el aceite virgen, pero se queda enganchado al crudo di mare: pescado recién capturado y servido en crudo. La región presume, además, de un oleoturismo que permite catar aceites como si fueran grandes vinos.

    Okinawa, Japón: dieta de longevidad con alma isleña

    Okinawa lleva años en la lista de las llamadas Blue Zones, donde sus habitantes superan los cien años con naturalidad. Pero en 2025, la isla se consagra como destino gastro por derecho propio. En los últimos años, la popularidad de las casas de comida donde se fusionan técnicas ancestrales y estética contemporánea ha crecido significativamente entre los visitantes. Allí, el tofu se elabora a mano, las algas frescas acompañan platos de cerdo rafute, y el ramen incorpora notas cítricas y frutas tropicales como la piña o el yuzu local. Lejos del bullicio de Tokio o Osaka, Okinawa propone una cocina honesta, fresca y profundamente conectada con el bienestar, a pocos pasos de playas vírgenes y aguas esmeralda.

    Yucatán, México: de la milpa al ceviche caribeño

    Cada rincón del estado sabe a herencia maya. En Yucatán, la gastronomía no es un añadido turístico, sino una forma de mirar el mundo. Desde las calles de Mérida hasta la costa de Progreso, el viajero se encuentra con una cocina de milpa, humo y maíz, donde los ingredientes hablan el idioma del territorio: achiote, lima agria, chile habanero, miel de melipona.

    En los últimos meses, ha habido un repunte en la demanda del sureste mexicano como destino, impulsado por el auge de escapadas que combinan arqueología, cenotes y cocina de autor. Restaurantes que reinterpretan el píib –una preparación ancestral de carne cocida bajo tierra durante horas–, degustaciones de cacao ceremonial y mariscos servidos a metros del Caribe elevan esta región más allá de los clichés de Riviera Maya. Aquí, la experiencia comienza con un saludo a la tierra… y termina con el mejor ceviche.

    Rías Baixas, España: albariño y bateas en modo slow food

    En esta esquina atlántica de Galicia, comer significa honrar la tradición marinera. Las bateas –plataformas flotantes donde crecen mejillones y ostras– se han convertido en escenarios de experiencias gastronómicas a bordo, con mariscos recién recogidos y servidos en crudo o a la plancha. Los furanchos, bodegas temporales de vino casero, florecen en primavera y verano como epicentros de tapas, empanadas y pulpo á feira. A todo ello se suma el albariño, blanco y salino, que acompaña una cocina directa, sincera y profundamente conectada al mar.

    Fuyaira, Emiratos Árabes: el golfo que se saborea a la brasa

    A orillas del Golfo de Omán, Fuyaira se ha convertido en el secreto mejor guardado del viajero gourmet. Lejos del vértigo de Dubái, esta joya tranquila de los Emiratos ofrece una hospitalidad de alta gama donde el protagonismo se lo lleva el producto local. El pescado capturado al amanecer se cocina al momento en parrillas sobre la arena, mientras restaurantes libaneses e indios reinterpretan con elegancia la cocina khaleej tradicional.

    Cefalù & Madonie, Sicilia: ricotta al alba y pasta fresca frente al Tirreno

    En el corazón de la Sicilia más auténtica, Cefalù y el Parque de Madonie se posicionan como un destino imprescindible para quienes buscan tradición con sabor. Aquí, la jornada comienza con talleres de ricotta recién hecha en pequeñas queserías familiares, sigue con almuerzos a base de pasta casera y setas silvestres, y termina con cenas bajo pérgolas donde el vino de Etna fluye como el relato de generaciones. Este rincón frente al Tirreno ofrece algo más que vistas de postal: una inmersión lenta y sabrosa en la cultura pastoral siciliana.

    Zanzíbar, Tanzania: curry, coral y cocina Swahili

    La isla de las especias se reinventa para los paladares del siglo XXI. Más allá de sus playas turquesa y arquitectura omaní, Zanzíbar atrae a los viajeros gastronómicos con rutas que combinan tradición, sostenibilidad y producto fresco. Las spice farms ofrecen experiencias inmersivas entre vainilla, cardamomo y canela, mientras restaurantes emergentes reinterpretan platos swahili con un giro contemporáneo. Pulpo a la brasa, curry de coco y clases de cocina al atardecer completan una escapada donde el sabor también es paisaje.

    Alassio, Italia: marisco, flores y aceite DOP

    A orillas del mar de Liguria, Alassio emerge como la alternativa relajada a la saturada Positano. Su escena gastronómica florece entre trattorias costeras, mercados de flores silvestres comestibles y talleres donde el aceite DOP Riviera Ligure se convierte en protagonista. Aquí, el lujo es la sencillez: pescado fresco, focaccia caliente y vino local con vistas al atardecer.

    Chiclana de la Frontera, España: atún rojo y sol andaluz

    En plena Costa de la Luz, Chiclana se ha consolidado como destino para los amantes del atún rojo. En sus restaurantes de autor, este producto estrella se sirve en formatos tan diversos como tartar, mojama o tataki andaluz, siempre acompañado de vinos blancos del marco de Jerez. Los esteros, salinas y bodegas históricas completan un entorno donde cada ingrediente cuenta una historia de mar y tierra.

    “En 2025, comer es el nuevo pasaporte. Quien viaja quiere comprender lo que hay detrás de cada plato: la tierra, las manos y la historia. Cuando ese relato se alinea con el sabor, el destino se convierte en recuerdo imborrable”, resume Antonio de Juan, fundador y presidente de Talentchef.

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