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    Ohla abre un nuevo cinco estrellas en Barcelona

    Ohla-EixampleEl nuevo hotel de cinco estrellas Ohla Eixample abría ayer sus puertas en la calle Còrsega 289 de Barcelona, cerca de la Rambla de Cataluña, del Paseo de Gracia y de la Avenida Diagonal. Con un total de 94 habitaciones, el hotel cuenta con el restaurante de alta gastronomía Xerta; tres salas polivalentes de convenciones y eventos; una terraza en un patio del Eixample y una azotea con vistas. Destaca, como característica de este hotel urbano, la piscina climatizada situada en la terraza del mismo. Se trasta del segundo hotel que la marca Ohla Boutique Hotels abre, tras la apertura hace cinco años del Ohla Barcelona de Via Laietana. Ohla Boutique Hotels, junto con Aqua Hotel, pertenecen a Solixent Invest, propietaria de los hoteles de las dos marcas, que ha invertido 30 millones de euros en este nuevo establecimiento.

    Sumamente respetuoso con su privilegiado entorno urbano, el Ohla Eixample se ha construido en un edificio de los años setenta del siglo pasado que fue diseñado y construido para albergar oficinas. Como bajo su subsuelo circulan el metro y los ferrocarriles, el arquitecto responsable, Daniel Isern, ha empleado una tecnología que es pionera en España, segunda en Europa, y que evita los ruidos y las vibraciones. Esta obra civil ha consistido en cortar los antiguos pilares, colocar muelles amortiguadores sísmicos y elevar el edificio con gatos hidráulicos. De este modo, el hotel queda suspendido como si fuese flotante, lo cual garantiza la insonorización y la eliminación de las vibraciones. Frente a la arquitectura desvinculada de cualquier tradición, o las grandes fachadas planas de vidrio heredadas de los años 70, el arquitecto plantea un volumen realizado en módulos verticales de distintas proporciones que desdibujan el número de plantas, quedando interrumpidas por cinco cajas de madera. Para su realización se eligió la cerámica, y se utiliza su textura, luz y matices de color para crear un espacio confortable que resguarde al cliente del exterior. Para su acabado se buscó una textura gravada de manera que permitiera producir infinidad de piezas todas con cierta similitud, como si hubieran sido grabadas por la misma mano y juntas dibujan un gran mural. Con este fin, el arquitecto del proyecto junto al ceramista Toni Cumella y la inestimable ayuda del Institut d’Arquitectura Avançada de Catalunya han aplicado la robótica al proceso de fabricación de la cerámica. Su textura se ha conseguido mediante un algoritmo que transforma la música en dibujos que el robot graba sobre cada pieza mientras se fabrica. Cada pieza incorpora ocho segundos de los trazos de la banda sonora, que es la versión recompuesta por Max Richter de Las cuatro estaciones de Vivaldi. El resultado es que cada pieza es distinta y todas encajan como si se tratase de un gran puzle. Las 800 piezas de la fachada y las 320 de la entrada del Ohla Eixample traducen la música en formas de surcos, que se hacen más o menos profundos en función de su intensidad.

    En cuanto al interiorismo, predomina una línea limpia con estilo estético basado en la sinceridad de materiales nobles y naturales como la madera, la piel, el hierro o el cemento. De este modo, las líneas vanguardistas se integran y combinan con las líneas y materiales del antiguo edificio original, lo cual da una mayor sensación de autenticidad y funcionalidad.

    Esta sensación de vitalidad se concentra en la planta baja y en la entrada, donde conviven la recepción, una cafetería y una coctelería y en la cual se entremezclan los huéspedes con los clientes de Barcelona. El conjunto desemboca en un patio interior clásico del Eixample. Junto a la cafetería donde se sirven los desayunos, está el restaurante de alta gastronomía Xerta que, dirigido por Fran López, ofrece una carta basada en la cocina de las Terres del Ebre, al sur de Cataluña, con predominio de arroces, ostras, mejillones, angulas y otras variedades de una gastronomía que ha sido galardonada con una estrella Michelin en su restaurante Villa Retiro, en la localidad tarraconense de Xerta. Otra particularidad es que los clientes que lo deseen podrán comer en una barra y unas mesas en contacto directo con la cocina.